jueves, 5 de enero de 2012

S.


El primero de enero, tararí,
será tan gris como un jueves cualquiera,
sin Drácula escalando el Pirulí,
ni marcianos cruzando la frontera.

Más de lo mismo bajo el cielo añil,
Cronos en su fugaz trono vacío,
la anoréxica luna giligil
no exportará vacunas contra el frío.

Llenare otro galpón municipal
y esperaré el diluvio universal
viendo crecer el bosque por la acera.

El primero de enero (del dos mil),
aunque siga muriéndome por ti,
me iré con la primera que me quiera.

sábado, 19 de noviembre de 2011

sábado, 12 de noviembre de 2011

Vuelta a casa.


Que sensación más extraña. Pensar que todo está atado, que todo está en el orden en el que lo dejaste. Pensar en que al volver el tiempo se habrá parado y podrás  reestructurarte completamente, que la gente no cambia y no se relaciona, que la gente no está viva en resumen.
 Amigo eso aquí no pasa. Te vas y todo cambia. Ese es el momento en que te planteas tu forma de pensar y te dices a ti mismo: ¿Debería haberlo hecho?
Lo más inquietante es que no tengo una contestación.

Olvidate de ti.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Sociedad


Wayne: Vida al aire libre: ¿Cuál es tu fascinación con todas esas cosas?
Christopher: Me voy a ir a Alaska. 

Wayne: ¿Alaska Alaska? ¿O la ciudad de Alaska? Porque tienen 
mercados en Alaska. En la ciudad de Alaska, no en Alaska. En la ciudad de Alaska tienen mercados.
 
Christoper: No. Alaska Alaska. Me voy a ir ahí. Por mi propia cuenta. Ya sabes, sin el maldito reloj, sin mapa, sin hacha, sin nada.Sólo estar ahí. Solo estar en ese lugar. Ya sabes, grandes montañas,rios,juego. Sólo estar ahí, en la naturaleza.
 
Wayne: En la naturaleza.
 
Christopher: Sólo naturaleza.
 
Wayne: Siiii. ¿Qué vas a hacer cuando estemos allí?. Ahora  estás en la naturaleza ¿Qué vamos a hacer?
 
Christoper: Solo estás ahí, en ese momento, en ese tiempo y lugar especiales. Tal vez cuando regrese, podría escribir un libro sobre mis viajes.
 
Wayne: ¿Por qué no?
 
Christoper: Tú sabes, un libro sobre largarse de esta enferma sociedad. ¡La Sociedad!
 
Wayne:¡La sociedad!,¡La sociedad!
 
Christoper: La sociedad. Ya sabes la sociedad. Porque ¿sabes lo que no entiendo? No entiendo porque la gente, porque cada maldita persona es tan mala con su projimo tan a menudo. No tiene sentido para mi. Juzgamiento. Control. Todo eso, el espectro entero.
 
Wayne: ¿De que "gente" estamos hablado?
 
Christopher: Ya sabes, los padres, los hipócritas, los políticos, los corruptos.
 
Wayne: Esto es un error. Es un error meterse tan profunadamente en esa clase de cosas. Alex, eres un jóven increíble. Pero te prometo esto: ¡Eres jóven! ¡No puedes jugar siempre con sangre y fuego!

sábado, 20 de agosto de 2011

Gracias.




Muchos años pasan ya desde que alguna fuerza de la naturaleza, o espíritu indio dicen algunos, nos juntaran en un grupillo de niños que solo querían pasárselo bien. Años felices llenos de momentos que mi memoria no olvidara jamás. Allí en ese amado lugar en forma de círculo, crecimos y aprendimos, hasta llegar a lo que somos ahora.
Escribo estas líneas antes de partir a otra aventura, y en ellas quisiera daros las gracias a todos aquellos que han conseguido que yo sepa cuál es mi camino. Gracias de corazón a todo el círculo del aire libre, por ser mi segunda familia por acogerme con cariño y firmeza. Gracias por darme la oportunidad de conocer a mis compañeros de cordada con los que he crecido y Gracias por enseñarme que en la vida, sin amigos y sin esfuerzo, no obtienes nada.
Y que esto no suene a despedida, que es solo un hasta luego.

Os quiero.
                                Gonzalo Balsa.



sábado, 13 de agosto de 2011

Hey Jude.



Todo lo que vives, habla de ti. Las decisiones que tomas, los lugares que visitas. Las personas que admiras. Las personas a las que amas.
Nunca me gustaron las despedidas, prefiero coger el petate, quemar los billetes y subir arriba .
Aunque este lejos, ten claro que no voy a parar, que lo que te dije lo voy a cumplir.
“Pon atención, firmar mi rendición no está en mis planes”
Posdata: sin despedidas.

                                 ALEXANDER SUPERTRAMP


domingo, 17 de julio de 2011

Gracias


Ojala pudiera ser Alexander, entrar en un bar y encontrarte de nuevo, conocernos y dios sabe que mas. Ese sería un buen comienzo. Borrar todas mis cagadas y todos esos momentos en los que me calle lo que con la mirada te decía… ojala, pero ya es demasiado tarde.

Ser feliz, es lo único que mueve el corazón. Que no se pare ¿vale?
Déjalo estar.

Quiéreme
Manifiéstate de súbito.
Choquémonos, como por arte mágico
en este sitio,
un Miércoles.
Pidámonos disculpas. Sonriámonos.
Intentemos tirar el muro gélido
diciéndonos las cuatro cosas típicas.
Caigámonos simpáticos.
Preguntémonos cosas.
Invitémonos
a bebidas alcohólicas.
Dejémonos llevar más lejos. Déjame
que despliegue mi táctica.
Escúchame decir cosa estúpidas
y ríete. Sonríeme. Sorpréndete
valorándome como oferta sólida.

Y a partir de ahí

quiéreme.

Sin rúbrica, pero por pacto tácito
acepta ser mi víctima.
Déjame que te lleve hacia la atmósfera,
acompáñame a mi triste habitáculo.
Sentémonos, mirémonos,
relajémonos y pongamos música.
De pronto, abalancémonos
besémonos con hambre, acariciémonos,
Desnudémonos rápido
y volvámonos locos. Devorémonos
como bestias indómitas. Mostrémonos
solícitos en cada prolegómeno.
Derritámonos en abrazos cálidos
Virtámonos en húmedos océanos.
Ábrete a mí, abandónate y enséñame
el sabor de tus líquidos.
Mordámonos, toquémonos, gritémonos
permitámonos que todo sea válido
y sin parar,

follémonos.

Follémonos hasta quedar afónicos
Follémonos hasta quedar escuálidos.
Durmámonos después, así,
abrazándonos.

Y al otro día

quiéreme.

Despidámonos rígidos, y márchate
de regreso a tus límites
satisfecha del paréntesis lúbrico
pero considerándolo algo efímero
sin segundo capítulo.
Deja pasar el tiempo, mas sorpréndete
recordándome en flashes esporádicos
y sintiendo al hacerlo un sicalíptico
látigo por tus gónadas.

Descúbrete a menudo preguntándote
qué será de este crápula.
Y un día, sin siquiera proponértelo
rescata de tus dígitos mi número
llámame por teléfono
y alégrate de oírme. Retransmíteme,
ponme al día de cómo van tus crónicas
y escucha como narro mis anécdotas.
Y al final, algo tímidos, citémonos.
En cualquier cafetín de corte clásico
volvámonos a ver, sintiendo idéntico
vértigo en el estómago.

Y en ese instante

quiéreme.

Apenas pasen un par de centésimas
sintamos al unísono un relámpago
de éxtasis limpio y cándido,
y en un crescendo cinematográfico
dejémonos de artificios y máscaras.
Rindámonos a la atracción magnética
que gritan nuestros átomos
y sintámonos de placer pletóricos
por sentirla recíproca.
Unidos en un abrazo simétrico
perdámonos por esas calles lóbregas
regalándonos en cada parquímetro
con besos mayestáticos

que causen graves choques de automóviles
y estropéen los semáforos.

Y para siempre

quiéreme.

Dejemos que se haga fuerte el vínculo,
unamos nuestro caminar errático,
declarémonos cómplices,
descubramos restaurantes asiáticos,
compartamos películas,
contemplemos bucólicos crepúsculos,
charlemos de poética y política
y celebremos nuestras onomásticas
regalándonos fruslerías simbólicas
en veladas románticas.

Y entre una y otra

quiéreme


Dejemos de quedar con el grupúsculo
de amigos. Que los follen por la próstata.
Pues si ponemos el asunto en diáfano
solo eran una pandilla de imbéciles.
Cerrémonos, y en un afán orgiástico
con afición sigamos explorándonos
buscando como ávidos heroinómanos
el subidón de aquel polvo iniciático.


Y aunque no lo logremos. Da igual.


Quiéreme.

Para evitar que nuestra vida íntima
se corrompa con óxido
busquémonos alternativas lúdicas
apuntémonos a clases de kárate
o de danzas vernáculas
juntémonos en cursos gastronómicos.
Presentémonos
a nuestros mutuos próceres
anteriores del árbol genalógico
y a lo largo del cónclave
sintámonos con ellos algo incómodos
más felices de haber pasado el trámite.


Y quiéreme después. Sigue queriéndome,

continuando con el proceso lógico
juntemos nuestras vidas en un sólido
matrimonio eclesiástico,
casémonos a la manera clásica,
hagamos un bodorrio pantagruélico,
y cual pájaros de temporada en éxodo
vayámonos de viaje hacia los trópicos
y bailemos el sóngoro cosóngoro
mientras bebemos cócteles exóticos.


Y al regresar, sentemos nuestros cráneos.

Comprémonos un piso. Hipotequémonos
Llenémoslo con electrodomésticos
y aparatos eléctricos,
y paguemos en precio de las dádivas
regalándole nueve horas periódicas
a trabajos insípidos
que permitan llenar el frigorífico.
Y mientras todo ocurre, solo

quiéreme,

del fondo de tu útero
saquemos unos cuantos hijos pálidos,
bauticémoslos con nombres de apóstoles,
llenémoslos de amor y contagiémoslos
con nuestra lóbrega tristeza crónica.
Apuntémoslos a clases de música
de mímica y de álgebra,
y démosles zapatos ortopédicos,
aparatos dentales costosísimos,
fórmulas matemáticas
y complejos edípicos
que llenen el diván de los psicólogos.

Releguemos nuestro ritual erótico

a la noches del sábado
cuando ellos salgan véstidos de góticos
a ponerse pletóricos
ciegos de barbitúricos.
Paguémosles las tasas académicas
a los viajes a Ámsterdam.
Dejemos que presenten a sus cónyuges

y al final, entreguémoslos
para que los devoren las mandíbulas
de este mundo famélico.

Y ya sin ellos

quiéreme


a lo largo de apuros económicos
y de exámenes médicos,
mientras que nos vovemos antiestéticos
más cínicos, sarcásticos,
nos aplaste el sentido del ridículo
y nos comen los cánceres y úlceras.

Quiéreme aunque nos quedemos sin diálogo
Y te pongan histérica mis hábitos.
Enfádate, golpéame, hasta grítame
y como única válvula catártica
desahógate en relaciones adúlteras
con amantes más jóvenes
y regresa entre lágrimas y súplicas
perjurándome que aún sigues amándome.

Y yo contestaré tan solo

quiéreme.

Quiéreme aunque te premie salpicándote
en escándalos cíclicos
y te insulte, y te haga sentir minúscula
y me pase humillándote
y me haya vuelto un sátrapa
que roza cada día el coma etílico
y me haya vuelto politoxicómano
y me conozcan ya en cada prostíbulo.

Continúa queriéndome
mientras pasan espídicas las décadas
y nos envuelve el tiempo maquiavélico
en un líquido amniótico
que borre el odio que arde en nuestros glóbulos
y nos arroje al hospital geriátrico
a compartir habitación minúscula
inválidos, mirándonos
sin más fuerza ni diálogo
que el eco de nuestras vacías cáscaras.

Quiéreme para que pueda decirte
cuando vea la sombra de mi lápida
Y antes de que venga y cierre la mano
de la muerte mis párpados:


“Ojalá,
ojalá como dijo aquel filósofo
el tiempo sea cíclico
y volvamos de nuevo reencarnándonos
en dos vidas idénticas,
y cuando en el umbral redescubierto
de una noche de miércoles pretérita
tras chocarme contigo
girándote, me digas: "Uy, perdóname"
le ruego que permita el dios auténtico
que recuerde en un segundo epifánico
cómo será el futuro de este cántico
cómo irán nuestras flores corrompiéndose
cómo acabaré odiándote
cómo destrozarás cuanto fue insólito
en este ser,
cómo la vida empírica
nos tornará en autómatas patéticos
hasta llevarnos a la justa antípoda
de nuestro sueño idílico."


"Y sabiendo todo esto, anticipándolo
pueda mirarte directo a los ósculos
y conociéndolo muy bien. Sabiendo
el devenir de futuras esdrújulas
destrozando en un pisotón mi brújula


te diga

solo



quiéreme."